CIRCULAR S-10-1.5, por la que se dan a conocer las bases técnicas que se deberán utilizar para la valuación, constitución e incremento de la reserva de riesgos en curso.




Al margen un sello con el Escudo Nacional, que dice: Estados Unidos Mexicanos.- Secretaría de Hacienda y Crédito Público.- Comisión Nacional de Seguros y Fianzas.

CIRCULAR: S-10.1.5

Asunto: Seguro de terremoto y/o erupción volcánica.- Se dan a conocer las bases técnicas que se deberán utilizar para la valuación, constitución e incremento de la reserva de riesgos en curso.

A LAS INSTITUCIONES Y SOCIEDADES MUTUALISTAS DE SEGUROS

La vigésima de las Reglas para la Constitución e Incremento de las Reservas de Riesgos en Curso de las Instituciones y Sociedades Mutualistas de Seguros, dadas a conocer mediante la Circular S-10.1.3 del 20 de marzo de 1998, establece que esta Comisión determinará las bases técnicas que las Instituciones y Sociedades Mutualistas de Seguros deberán utilizar para la valuación, constitución e incremento de la Reserva de Riesgos en Curso de la cobertura de terremoto y/o erupción volcánica del ramo de terremoto y otros riesgos catastróficos.

Al respecto, para determinar dichas bases se requieren conocimientos profesionales en relación con el estudio del riesgo de terremoto, por lo que la Junta de Gobierno de esta Comisión, en la sesión del 9 de diciembre de 1997, acordó que se contratara al Instituto de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México para su asesoría en el desarrollo de sistemas y bases técnicas para adecuar la regulación y supervisión del seguro de terremoto, en virtud de ser la institución que cuenta con los conocimientos mejor calificados en relación con el estudio de la ocurrencia y efectos de terremotos en territorio mexicano.

Por lo anteriormente expuesto, a continuación, en la primera disposición se da a conocer a esas instituciones y sociedades mutualistas de seguros las bases técnicas desarrolladas por dicho instituto para la determinación de la prima de riesgo; asimismo, se dejan a reserva los derechos que tenga el citado Instituto sobre parámetros, estadísticas y procedimientos que correspondan a estudios e investigaciones originales realizadas por el mismo.

Primera.- Las instituciones y sociedades mutualistas de seguros deberán determinar la prima de riesgo que servirá para la constitución e incremento de la reserva de riesgos en curso de los seguros de terremoto y/o erupción volcánica, conforme a las bases técnicas que se establecen en la presente disposición.

1. Evaluación de peligro sísmico

El peligro sísmico se cuantifica en términos de los periodos de retorno (o sus inversos, las tasas de excedencia) de intensidades sísmicas relevantes en el comportamiento de las estructuras. La tasa de excedencia de una intensidad sísmica se define como el número medio de veces, por unidad de tiempo, en que el valor de esa intensidad sísmica es excedido.

No es imposible determinar el peligro sísmico contando las veces en que se han excedido valores dados de intensidad en el sitio de interés. Sin embargo, la determinación directa rara vez se puede hacer porque no se dispone de catálogos completos de las aceleraciones que han producido en un sitio los sismos pasados. Por lo anterior, resulta necesario calcular el peligro sísmico de manera indirecta. Para ello, se evalúa primero la tasa de actividad sísmica en las fuentes generadoras de temblores, y después se integran los efectos que producen, en un sitio dado, los sismos que se generan en la totalidad de las fuentes. Se describe a continuación la manera de hacer la evaluación del peligro sísmico.

1.1 Tectónica de México y las principales familias de sismos

Los grandes temblores en México (Ms   7.0) a lo largo de la costa del Pacífico, son causados por la subducción de las placas oceánicas de Cocos y de Rivera bajo la placa de Norteamérica y por ello son conocidos como sismos de subducción. La placa de Rivera, que es relativamente pequeña, se desplaza bajo el estado de Jalisco con velocidad relativa de 2.5 cm/año frente a la costa de Manzanillo. Algunos trabajos recientes sugieren que esta velocidad podría alcanzar 5 cm/año (Kostoglodov y Bandy, 1994). La frontera entre las placas de Rivera y de Norteamérica es algo incierta, pero se estima que intersecta la costa de México cerca de Manzanillo (19.1°N, 104.3°W). Por otra parte, la velocidad relativa de la placa de Cocos con respecto al continente varía desde unos 5 cm/año cerca de Manzanillo hasta 7 cm/año en Chiapas. El terremoto de Jalisco del 3 de junio de 1932 (Ms 8.2) que ocurrió sobre la interfaz de la placa de Rivera y la de Norteamérica (Singh et al, 1985a), muestra que una placa pequeña, joven y con una velocidad relativamente baja de subducción es capaz de generar grandes temblores. Este terremoto es el más grande que ha ocurrido en México en el presente siglo. En la Figura 1 se muestran las zonas en donde se generan estos sismos.

VER IMAGEN 1

Los grandes temblores también ocurren en el continente con profundidades de unos 60 km. En este caso los temblores presentan un mecanismo de fallamiento normal que refleja el rompimiento de la litosfera oceánica subducida (Singh et al, 1985b). Si bien este tipo de eventos es poco frecuente, se sabe que pueden causar grandes daños. Algunos ejemplos de estos sismos son el de Oaxaca del 15 de enero de 1931 (Ms 7.8), el de Orizaba del 23 de agosto de 1973 (Ms 7.3) y el de Huajuapan de León del 24 de octubre de 1980 (mB 7.0). En la figura 2 se muestran las zonas consideradas para la ocurrencia de este tipo de sismos.

Aún menos frecuentes son los temblores que han ocurrido dentro de la placa continental (Ms 7). Dependiendo de su ubicación, tales eventos pueden generar daños considerables en los asentamientos humanos. Dos ejemplos son: el temblor de Jalapa del 3 de enero de 1920 (Ms 6.4) y el de Acambay del 19 de noviembre de 1912 (Ms 7.0). En la figura 3 se indican las zonas en donde ocurren este tipo de sismos.

Existe también lo que podría llamarse sismicidad de fondo, consistente en temblores con M 5.5, cuyo origen no puede asociarse a ninguna estructura geológica en particular. La ocurrencia de estos eventos también se considera, y las zonas donde se generan se muestran en la misma figura 3.

VER IMAGEN 2

En México, el Eje Neovolcánico no es paralelo a la trinchera. Esto es algo anormal en comparación con otras zonas de subducción en el mundo y es muy probable que se deba a la morfología de la placa de Cocos. Gracias a los esfuerzos de varios investigadores ha habido un avance significativo en el conocimiento de la morfología de la placa subducida bajo el continente (Singh et al., 1985b; Suárez et al, 1990; Ponce et al, 1992; Singh y Pardo, 1993; Pardo y Suárez, 1993, 1994). Los resultados indican una subducción con un ángulo de  45° en Jalisco, casi horizontal en Guerrero, con un ángulo de  12° en Oaxaca y de  45° en Chiapas. El contorno de los 80 a 120 km de profundidad de la zona de Benioff aproximadamente coincide con la línea de los volcanes. Existe una evidencia, aunque no definitiva, que la placa continental entre la costa grande de Guerrero y el Valle de México está en un estado de esfuerzo tensional, contrariamente a lo esperado (Singh y Pardo, 1993).

1.2 Modelos de la sismicidad local

Para los fines de estas bases técnicas, la República Mexicana se ha dividido en 476 fuentes generadoras de sismos. Estas fuentes están dictadas por la tectónica del país y por la historia instrumental de sismos registrados en el pasado (Zúñiga, 1993). Cada una de estas fuentes genera temblores a una tasa constante.

La actividad de la i-ésima fuente sísmica se especifica en términos de la tasa de excedencia de las magnitudes, l i(M), que ahí se generan. La tasa de excedencia de magnitudes mide qué tan frecuentemente se generan en una fuente temblores con magnitud superior a una dada.

VER IMAGEN 3

Para la mayor parte de las fuentes sísmicas, la función l i(M) es una versión modificada de la relación de Gutenberg y Richter. En estos casos, la sismicidad queda descrita de la siguiente manera:

c

donde M0 es la mínima magnitud relevante, tomada igual a 4.5 en este estudio. l 0i, bi, y Mui son parámetros que definen la tasa de excedencia de cada una de las fuentes sísmicas. Estos parámetros, diferentes para cada fuente, se estiman por procedimientos estadísticos bayesianos (Rosenblueth y Ordaz, 1989; Ordaz y Arboleda, 1995), que incluyen información sobre regiones tectónicamente similares a las de nuestro país, más información experta, especialmente sobre el valor de Mui, la máxima magnitud que puede generarse en cada fuente. En la figura 4 se muestran dos tasas de excedencia para zonas sísmicas distintas, una para una zona de alta sismicidad capaz de generar sismos con M>8 y otra de baja sismicidad. Es claro que para una misma tasa de excedencia o tasa constante, ambas fuentes generarán sismos con distinta magnitud; por ejemplo, si tomamos una tasa de 0.01 (periodo de retorno de 100 años), debemos esperar sismos mayores o iguales que 6.2 en la fuente de baja sismicidad, y mayores o iguales que 7.25 en la de alta sismicidad. Esto quiere decir que con la misma probabilidad o para la misma tasa de excedencia ambas fuentes generarán sismos de distinto tamaño.

VER IMAGEN 4

Aunque la forma funcional para l i(M) dada en la ec. (1) se utiliza para la mayor parte de las fuentes sísmicas, se ha observado que la distribución de magnitudes de los grandes temblores de subducción (M>7) se aparta sensiblemente de la predicha por la relación de Gutenberg y Richter, dando origen al llamado temblor característico (Singh et al, 1981). Por lo anterior, para los grandes temblores de subducción, l i(M) se define de la siguiente manera:

(2)

donde l(7), EM y s M son parámetros que se deben obtener estadísticamente para la zona mexicana de subducción, y F es la función de distribución normal estándar.

De esta manera, al definir los parámetros l 0,b y Mu o l (7), EM y s M, queda definida por completo la sismicidad local de las fuentes.

1.3 Atenuación de las ondas sísmicas

Una vez determinada la tasa de actividad de cada una de las fuentes sísmicas, es necesario evaluar los efectos que, en términos de intensidad sísmica, produce cada una de ellas en un sitio de interés. Para ello se requiere saber qué intensidad se presentaría en el sitio en cuestión, hasta ahora supuesto en terreno firme, si en la i-ésima fuente ocurriera un temblor con magnitud dada. A las expresiones que relacionan magnitud, posición relativa fuente-sitio e intensidad se les conoce como leyes de atenuación. Usualmente, la posición relativa fuente-sitio se especifica mediante la distancia focal, es decir, la distancia entre el foco sísmico y el sitio. Las leyes de atenuación pueden adoptar muy diversas formas. En este estudio se utilizan diversas leyes de atenuación dependiendo del tipo de sismo.

Como se verá más adelante, se considera que las intensidades sísmicas relevantes son las ordenadas del espectro de respuesta Sa (seudoaceleraciones, 5% del amortiguamiento crítico), cantidades que son aproximadamente proporcionales a las fuerzas laterales de inercia que se generan en las estructuras durante sismos y que dependen de una propiedad dinámica de la estructura sobre la que se hablará más adelante: el periodo natural de vibrar.

Dadas la magnitud y la distancia epicentral, la intensidad sísmica no está exenta de incertidumbre por lo que no puede considerarse determinista. Suele suponerse que, dadas la magnitud y la distancia, la intensidad Sa es una variable aleatoria distribuida lognormalmente con mediana dada por la ley de atenuación y desviación típica del logaritmo natural igual a  lnSa.

Para efectos de las presentes bases técnicas se pueden utilizar cuatro leyes de atenuación diferentes dependiendo de las trayectorias que recorren las ondas en su camino de la fuente al sitio. Se utilizan leyes de atenuación espectrales que toman en cuenta el hecho de que la atenuación es diferente para ondas de diferentes frecuencias, por lo que se tienen parámetros de atenuación diferentes para cada periodo de vibración considerado. Estas leyes se describen a continuación.

1. Temblores costeros. Se utiliza, para la aceleración máxima del terreno provocada por temblores generados en la costa sur del Pacífico, la ley de atenuación de Ordaz et al (1989). Esta ley fue construida a partir de numerosos registros de aceleración obtenidos por la Red Acelerográfica de Guerrero, que incluyen los del gran temblor del 19 de septiembre de 1985. La relación entre la aceleración máxima del terreno y las ordenadas del espectro de respuesta a otros periodos se obtiene del modelo teórico de fuente y trayecto reportado por Singh et al (1989).

2. Temblores de profundidad intermedia. Se emplea en este caso el modelo de atenuación descrito por Rosenblueth et al (1988). Se trata de un modelo teórico fuente-trayecto, con parámetros ajustados para reproducir los pocos registros de aceleración disponibles para este tipo de sismos.

3. Temblores superficiales. Para modelar la atenuación de los temblores superficiales, tanto los que ocurren en el Eje Neovolcánico como los que se presentan en la parte noroeste del país, se utilizan leyes de atenuación construidas con datos registrados en California.

4. Temblores costeros afectando la zona firme del Valle de México. Se sabe que aun el terreno firme del Valle de México está afectado por amplificaciones debidas, casi seguramente, a la constitución del subsuelo profundo de la cuenca. Esto hace que no exista propiamente "terreno firme" en la Ciudad de México, por lo que es necesario modelar la atenuación de las ondas de una manera específica. Para ello se utilizan las leyes de atenuación de Reyes (1997), construidas con datos registrados exclusivamente en la estación Ciudad Universitaria de la Ciudad de México durante la ocurrencia de temblores costeros.

A manera de ejemplo, en la figura 5 se muestran dos grupos de curvas de atenuación para periodos estructurales de 0.005 y 3 segundos. Las gráficas superiores corresponden a sismos de mayor magnitud que las gráficas inferiores. En cada gráfica se aprecia el efecto de la magnitud del sismo y es claro que sismos pequeños son poco eficientes para generar ondas de periodo largo.

VER IMAGEN 5

1.4 Efectos de la geología local

El efecto del tipo de suelo sobre la amplitud y la naturaleza de las ondas sísmicas ha sido reconocido desde hace mucho tiempo como crucial en la estimación del peligro sísmico. Esto es particularmente importante en la Ciudad de México, donde las amplificaciones por geología local son notables. Por ello, dedicaremos un punto especial para describir el modelo de amplificación de la Ciudad de México y posteriormente lo haremos para sitios fuera de la ciudad.

VER IMAGEN 6

1.4.1 Efectos de sitio en la Ciudad de México

Como se ha mencionado, el movimiento del terreno se estima en términos de las ordenadas del espectro de respuesta de seudoaceleraciones. En el modelo, un sismo se define por su magnitud y distancia focal a la Ciudad de México. Dadas una magnitud y una distancia, es posible estimar el espectro de respuesta de aceleraciones (ER) en CU (Ciudad Universitaria) por medio de regresiones semiempíricas (Reyes, 1997). Las regresiones se construyen usando una técnica estadística bayesiana y los datos de más 20 eventos costeros que han ocurrido desde los años 60. Se supone que el movimiento en el sitio de referencia es una medida de la excitación sísmica en los sitios de suelo blando de la Ciudad de México.

La Ciudad de México cuenta con alrededor de 100 sitios dotados de instrumentos de registro de movimiento fuerte o acelerómetros. Para caracterizar la respuesta en sitios instrumentados de la Ciudad de México se utilizan cocientes de espectros de respuesta promedio (CER), los cuales se interpretan como funciones de transferencia entre cada sitio instrumentado y el sitio de referencia. Los cocientes espectrales se pueden calcular analizando registros obtenidos por la RACM durante sismos previos. Aunque estos cocientes no tienen un significado físico, se han utilizado con éxito para reproducir los espectros de respuesta de sitios en zona de lago a partir de espectros de respuesta en sitios en terreno firme. En la figura 6 se muestra, a manera de ejemplo, los CER para tres sitios (Central de Abastos, cd, Secretaría de Comunicaciones y Transportes, sc, y Viveros de Coyoacán, vi) obtenidos durante dos sismos: el 19 de septiembre de 1985, con línea continua, y el 25 del abril de 1989, con línea punteada. Los sismos utilizados para los cocientes abarcan muchas magnitudes y distancias focales, lo que permite tomar en cuenta directamente los efectos en la amplificación del movimiento debidos a estos factores. En la figura 7 se muestra la localización, magnitud y fecha de los sismos que se han utilizado para estudiar la amplificación en el Valle de México.

Los cocientes sólo pueden estimarse para los sitios de suelo blando instrumentado en que se hayan obtenido registros sísmicos. Sin embargo, se necesita un CER en cada sitio para el que se requiera estimar las pérdidas; estos puntos, en general, no coinciden con los sitios instrumentados. Para obtener los cocientes en cualquier sitio de la ciudad es necesario desarrollar un procedimiento de interpolación con las siguientes bases: primero, las abscisas de la FTE (periodos) en puntos instrumentados se normalizan con respecto al periodo dominante del sitio. La información acerca de los periodos dominantes es obtenida usando técnicas de microtemblores, sondeos geotécnicos y registros de movimientos fuertes (Reinoso y Lermo, 1991). En la figura 8 se muestra un mapa de la ciudad con curvas de igual periodo. Posteriormente las FTE normalizadas se utilizan en una interpolación bidimensional para obtener las FTE normalizadas en sitios arbitrarios. Finalmente, las FTE interpoladas se renormalizan con respecto al periodo dominante apropiado. Esta interpolación supone variaciones suaves en la velocidad promedio de las ondas S (o, alternativamente, profundidad de la capa dura), y es exacta para la respuesta unidimensional de un estrato. Sin embargo, los efectos bi o tridimensionales quedan incluidos en vista de que las FTE se obtuvieron de registros reales.

VER IMAGEN 7

VER IMAGEN 8

1.4.2 Efectos de sitio en otras localizaciones

Para otros sitios de la República Mexicana en que las condiciones del suelo no han sido tan estudiadas como en la Ciudad de México, se estima el movimiento a partir de funciones de transferencia promedio obtenidas de movimientos sísmicos registrados en roca, suelos firmes y suelos blandos en diferentes partes del mundo. Para este propósito se toman en cuenta los estudios hechos por Miranda (1991 y 1993a). La función de trasferencia de roca a suelo firme está dada por:

  (3)

y para suelos blandos por:

(4)

en estas expresiones T es el periodo de la función de trasferencia, FT.

1.5 Cálculo de peligro sísmico

Una vez conocidas la sismicidad de las fuentes y los patrones de atenuación de las ondas generadas en cada una de ellas, incluyendo los efectos de la geología local, puede calcularse el peligro sísmico considerando la suma de los efectos de la totalidad de las fuentes sísmicas y la distancia entre cada fuente y el sitio donde se encuentra la estructura. El peligro ?(Sa), expresado en términos de las tasas de excedencia de intensidades Sa, se calcula mediante la siguiente expresión:

(5)

donde la sumatoria abarca la totalidad de las fuentes sísmicas, N, y Pr(SA>Sa|M,Ri) es la probabilidad de que la intensidad exceda un cierto valor, dadas la magnitud del sismo, M, y la distancia entre la i-ésima fuente y el sitio, Ri. Las funciones  i(M) son las tasas de actividad de las fuentes sísmicas, mismas que se describieron anteriormente. La integral se realiza desde M0 hasta Mui, lo que indica que se toma en cuenta, para cada fuente sísmica, la contribución de todas las magnitudes; esto es adecuado para el cálculo de la prima neta ya que interesa el daño que pueden provocar inclusive los sismos pequeños y medianos que se presentan más seguido que los sismos grandes.

Conviene hacer notar que la ecuación anterior sería exacta si las fuentes sísmicas fueran puntos. En realidad son volúmenes, por lo que los epicentros no sólo pueden ocurrir en los centros de las fuentes sino, con igual probabilidad, en cualquier punto dentro del volumen correspondiente. En las bases técnicas se debe tomar en cuenta esta situación subdividiendo las fuentes sísmicas en triángulos, en cuyo centro de gravedad se considera concentrada la sismicidad del triángulo. La subdivisión se hace recursivamente hasta alcanzar un tamaño de triángulo suficientemente pequeño como para garantizar la precisión en la integración de la ecuación anterior.

En vista de que se supone que, dadas la magnitud y la distancia, la intensidad tiene distribución lognormal, la probabilidad Pr(SA>Sa|M,Ri) se calcula de la siguiente manera:

(6)

siendo  ( ) la distribución normal estándar, E(lnSa|M,Ri) el valor medio del logaritmo de la intensidad (dado por la ley de atenuación correspondiente) y ?lnSa su correspondiente desviación estándar.

El peligro sísmico se expresa, entonces, en términos de la tasa de excedencia de valores dados de intensidad sísmica. Como se ha indicado, en este trabajo la intensidad sísmica, Sa, se mide con las ordenadas del espectro de respuesta de seudoaceleraciones para 5 por ciento del amortiguamiento crítico y el periodo natural de la vibrar de la edificación de interés, T.

En la figura 9 se presenta como ejemplo de tasa de excedencia de intensidad la curva de peligro sísmico para la ciudad de Guadalajara. Esta tasa de excedencia indica qué tan frecuentemente se exceden, en Guadalajara, intensidades sísmicas de cierto valor. En esa curva se obtiene, por ejemplo, para una intensidad Sa=100 cm/s2, un valor de n (Sa)=0.002/año. Esto quiere decir que esta intensidad se excederá, en promedio, 0.002 veces por año o, en otras palabras, una vez cada 1/0.002 años, cada 500 años. En la misma figura 9 se aprecia que intensidades grandes tienen menores tasas de excedencia o mayores periodos de retorno.

VER IMAGEN 9

2. Vulnerabilidad estructural

La vulnerabilidad de una estructura es la relación entre la intensidad del movimiento sísmico, en este caso la aceleración espectral y el nivel de daño. El parámetro que se utiliza en el sistema para calcular el nivel de daño en una estructura es la distorsión máxima de entrepiso, la cual se define como la relación entre el desplazamiento relativo entre dos niveles dividido entre la altura de entrepiso. En lo que sigue se describe la manera de relacionar la intensidad sísmica con el daño bruto,  , esto es, el daño en la estructura antes de la aplicación de deducible, límite de primer riesgo y coaseguro.

Existe un número importante de estudios que han concluido que este parámetro de respuesta estructural es el que tiene mejor correlación con el daño estructural y con el daño no estructural (Alonso et al, 1996; Bertero et al, 1991; Moehle, 1992 y 1996; Miranda, 1997; Priestley, 1997; Sozen, 1997). A diferencia de muchos otros métodos que se basan en estimar el nivel de daño a partir de la Intensidad de Mercalli Modificada que es una medida subjetiva del daño en una región, en este estudio se recomienda un parámetro que tiene una excelente correlación con el daño en estructuras producido por movimientos sísmicos.

2.1 Daño esperado dada la distorsión máxima de entrepiso

La distorsión máxima de entrepiso en una estructura,  i, se estima a partir (Miranda, 1997) de la siguiente expresión

(7)

donde:

b1 es un factor de amplificación que permite estimar el desplazamiento lateral máximo en la azotea o en la altura máxima de la estructura considerando un comportamiento mecánico de tipo elástico-lineal a partir del desplazamiento espectral

b2 es un factor de amplificación que permite estimar la deformación máxima de entrepiso a partir de la distorsión global de la estructura la cual se define como el desplazamiento lateral máximo en la azotea o en la altura máxima de la estructura dividido entre la altura total de la estructura

b3 es un factor que permite calcular los desplazamientos laterales máximos en estructuras con comportamiento inélastico, a partir de los desplazamientos laterales máximos elásticos

b4 es un factor que permite calcular el cociente entre la relación de la distorsión máxima de entrepiso y la distorsión global de la estructura en una estructura con comportamiento elástico-lineal, y entre la relación de la distorsión máxima de entrepiso y la distorsión global de la estructura en una estructura con comportamiento inelástico

h es un factor que permite estimar el periodo fundamental de una estructura a partir del número de niveles

N es el número de pisos de la edificación

Sa(T) es la aceleración espectral que depende del peligro sísmico del sitio y del periodo fundamental de vibración y del amortiguamiento de la estructura. Para tomar en cuenta la variación del periodo en distintas estructuras con el mismo tipo estructural, se consideran tres periodos para cada inmueble y se debe calcular un promedio pesado para asignar sólo uno al cálculo de la vulnerabilidad. El peligro sísmico del sitio se determina como se indicó en primera parte de esta nota.

h es la altura de entrepiso en la edificación que depende del tipo de sistema estructural, de la ubicación geográfica del inmueble y de la fecha de construcción

El valor esperado del daño en una estructura dada la distorsión máxima de entrepiso, E( | i), es función, principalmente, de la intensidad sísmica (medida con la aceleración espectral, Sa), del sistema estructural, de la fecha de construcción y de otros parámetros estructurales. En las presentes bases técnicas E( | i) se debe calcular como:

(8)

donde:

(9)

en esta ecuación y   son parámetros de vulnerabilidad estructural que dependen del sistema estructural y de la fecha de construcción. Las ecuaciones (8) y (9) dan como resultado el valor esperado, E( | i), como se muestra en la figura 10. En ella puede verse claramente que cuanto mayor sea la distorsión de entrepiso, mayor será el daño esperado en la edificación, aunque esta relación no es lineal.

2.2 Densidad de probabilidad del daño

En las presentes bases técnicas se considera que las relaciones de vulnerabilidad no son deterministas, por lo que se supone que, dada una intensidad, el daño bruto   es una variable aleatoria cuyo valor esperado (el valor medio) está dado por la ecuación anterior. La densidad de probabilidades del daño en la estructura se supone de tipo Beta y está dada por la siguiente ecuación:

VER IMAGEN 10

(10)

donde a y b son parámetros que pueden calcularse a partir de la media y el coeficiente de variación del daño, C( ), de la siguiente manera:

(11)

(12)

C2( ) se calcula como:

(13)

donde es la varianza de la pérdida.

Existe poca información para determinar la varianza (o el coeficiente de variación) del daño bruto. Se sabe, sin embargo, que cuando el valor esperado de la pérdida es nulo la dispersión también lo es. De igual forma, cuando el valor esperado de la pérdida es total, la dispersión es también nula. Para valores intermedios, es difícil precisar, con bases empíricas, cuánto vale la varianza de la pérdida.

Para fijar la variación de la varianza de la pérdida se han utilizado dos fuentes de información. Por una parte, las distribuciones de probabilidad asignadas en el estudio clásico del informe ATC-13 (ATC-13, 1985) permiten inferir valores aproximados para las varianzas condicionales. Por otro lado, se han llevado a cabo ejercicios de simulación suponiendo estructuras simples con propiedades aleatorias.

Con estos datos, se ha decidido fijar variaciones de la varianza que tienen la siguiente forma funcional:

(14)

donde:

(15)

(16)

Vmax, D0 y r son parámetros que dependen del tipo estructural. Vmax es la varianza máxima, D0 es el nivel de daño para el que ocurre esta varianza máxima y r ha sido tomado igual a 3.

Una vez determinados E(b|gi) y s2(b|gi) queda completamente definida la distribución de probabilidades del daño bruto dado un valor de distorsión de entrepiso.

2.3 Daños en contenidos y por pérdidas consecuenciales

En las bases técnicas se debe considerar que los daños en contenidos y por pérdidas consecuenciales están completamente correlacionados con los daños en el inmueble. Para los contenidos se considera que el valor esperado del daño dada una intensidad es la mitad del que se presenta en el inmueble, mientras que la varianza es la que resulta de aplicar la ecuación 14. Por lo que respecta a pérdidas consecuenciales, se supone que tienen la misma densidad de probabilidad que los daños en el inmueble.

3. Evaluación de pérdidas por sismo para fines de seguros

En esta sección se describen los procedimientos para evaluar pérdidas, especialmente en los aspectos propios de la operación del seguro de terremoto. Se describen primero los criterios para hacer estimaciones en edificaciones individuales y, posteriormente, la manera en que se modelan las pérdidas en una cartera completa. Para ello es conviene estimar las pérdidas sobre los valores retenidos por las compañías de seguros. Por ello, en lo sucesivo, toda referencia a montos se refiere precisamente a los retenidos.

3.1 Efecto de coaseguro, deducible y límite en una edificación individual

Lo descrito en el capítulo anterior es útil para calcular la pérdida bruta, B . Interesa, sin embargo, estimar la pérdida neta, B N, que es aquella que resulta de aplicar coaseguro, deducible y límite de primer riesgo. Para estimar la pérdida neta se consideran las variables C, D y L, el coaseguro, deducible y límite, respectivamente, expresados como una fracción del valor expuesto. La pérdida neta se define de la siguiente manera:

(17)

No se incluye explícitamente el efecto del coaseguro, puesto que se trata de una constante proporcional que afecta a la pérdida después de haber sido aplicado el deducible.

Procede entonces calcular E( N|g), s2( N| g) y la distribución de probabilidades de  N| g. Para ello, como se indicó, se asigna a la pérdida bruta   una distribución de probabilidades Beta con parámetros a y b, cuyas relaciones con los momentos estadísticos de   se han ya establecido. E( N| g), s2( N| g) se obtienen integrando la ecuación anterior con respecto a esta densidad de probabilidades. En estas condiciones, la distribución de probabilidad de  N| g adopta la siguiente forma:

(18)

siendo Ba(x,a,b) la función Beta Acumulada (Abramowitz y Stegun, 1965). El valor esperado y la varianza de la pérdida neta resultan dados por las siguientes expresiones:

(19)

donde

(20)

(21)

(22)

Adicionalmente,

(23)

donde:

(24)

(25)

(26)

(27)

para finalmente obtener

(28)

En la figura 12 se presenta un ejemplo cuando E( N| g)=0.2, s2( N| g)=0.0533, por lo que a=0.4 y b=1.6, con C=0, D=0.03 y L=0.75.

VER IMAGEN 11

En estas bases técnicas se contempla la posibilidad de que los deducibles, límites y coaseguros de edificio, contenidos y pérdidas consecuenciales sean diferentes unos de otros. Para poder aplicar las consideraciones anteriores cuando esto sucede, se procede de la siguiente manera. Sea P la pérdida monetaria bruta que se tiene en una ubicación. P se calcula de la siguiente manera:

(29)

donde  E,  C y  S son las pérdidas brutas (relativas) en edificio, contenidos y consecuenciales, respectivamente, mientras que ME, MC y MS son los valores correspondientes. Supondremos que las tres pérdidas consideradas están completamente correlacionadas. Si dividimos P entre M=ME+MC+MS, obtenemos una nueva variable aleatoria,  , que está entre 0 y 1 y cuya esperanza y desviación estándar están dados por:

(30)

(31)

Esta nueva variable (la pérdida bruta agregada de edificio, contenido y consecuenciales) tiene también distribución Beta, con parámetros a y b que pueden calcularse a partir de las dos ecuaciones anteriores. Conforme al inciso 2.3 se supone que E( c)=0.5E( E ) y E( S)=E( E ).

Se Incluirá el efecto de la política de seguro en la pérdida agregada definiendo deducible, límite y coaseguro equivalentes, DQ, LQ y CQ, respectivamente, de la siguiente manera:

(32)

(33)

(34)

donde DE, DC y DS son los deducibles en edificio, contenidos y consecuenciales, LE, LC y LS son los límites correspondientes y CE, CC y CS son los coaseguros de cada uno de los tres tipos de pérdida. Esta solución es rigurosa si se supone que, en el proceso de ajuste de la pérdida, las correspondientes a los tres conceptos primero se agregan y, posteriormente, a la pérdida agregada se le aplican deducible, límite y coaseguro globales.

Entonces, la pérdida neta se obtendrá de aplicar las ecuaciones 18-28 a una distribución de pérdida con los parámetros que se dan en las ecuaciones 30-31.

3.2 Pérdida anual esperada ( AE) o Prima Pura de Riesgo para una edificación

La pérdida anual esperada se define como la esperanza de la pérdida que se tendría en un año cualquiera, suponiendo que el proceso de ocurrencia de sismos es estacionario y que a las estructuras dañadas se les restituye su resistencia inmediatamente después de un sismo. La pérdida anual esperada es también conocida como "prima técnica" o "prima pura de riesgo", puesto que de cobrarse tal valor de prima en un sistema simple de seguro, se tendría, a largo plazo, un equilibrio entre primas recibidas y pérdidas pagadas. Matemáticamente, B AE se define de la siguiente manera:

(35)

donde a es, en general, la intensidad sísmica relevante, n (a) es la tasa de excedencia de esta intensidad, y el símbolo E() denota valor esperado. La función n (a) mide el peligro sísmico (ver capítulo 1), e indica qué tan frecuentemente se exceden, en el sitio de interés, intensidades sísmicas de valor dado. El inverso de la tasa de excedencia es el periodo de retorno asociado a un valor de intensidad sísmica. En este modelo, la pérdida que ocurre al presentarse un sismo con intensidad conocida es una variable aleatoria, cuyo valor no puede anticiparse, y sobre la cual sólo puede fijarse una distribución de probabilidad. Como se ha dicho, el término E(B N|a) es usualmente designado como vulnerabilidad estructural (sección 2), y es el valor esperado de la pérdida neta que se tendría si se presentara en el sitio donde se localiza la estructura de interés, un sismo con intensidad a.

Puede observarse que para determinar la prima pura de riesgo es necesario saber el peligro sísmico y la vulnerabilidad de la estructura en cuestión. El primer factor depende de la sismicidad y la localización del inmueble y la vulnerabilidad depende de las características estructurales y, en alguna medida, también de la localización.

Por otro lado, puesto que la prima pura de riesgo es la pérdida esperada anual, la prima de riesgo de una cartera es simplemente la suma de las primas puras de las edificaciones que la conforman.

Segunda.- Las instituciones y sociedades mutualistas de seguros deberán determinar la prima de riesgo para cada una de las pólizas en vigor, mediante un sistema de cómputo, conforme a las bases técnicas establecidas en la disposición primera, identificando por cada póliza la prima retenida y la prima cedida conforme a porción de riesgo cedido en contrato proporcional con otras instituciones de seguro o reaseguro.

Tercera.- Las instituciones y sociedades mutualistas de seguros deberán calcular e informar, a las instituciones del país con las cuales hayan suscrito contratos de reaseguro proporcional, la fecha de inicio de vigencia, la prima de riesgo teórica obtenida conforme a la disposición primera y la moneda en que ha sido suscrita la póliza.

Cuarta.- Una vez determinada la prima de riesgo para cada una de las pólizas en vigor, conforme a la disposición primera, se deberá calcular la reserva de riesgos en curso, de acuerdo al siguiente procedimiento:

En el caso del seguro directo, la reserva de riesgos en curso deberá determinarse con base en lo dispuesto en el inciso a) de la décima octava de las Reglas para la Constitución e Incremento de las Reservas de Riesgos en Curso de las Instituciones y Sociedades Mutualistas de Seguros, dadas a conocer mediante la Circular S-10.1.3 de fecha 20 de marzo de 1998, tomando como base la prima de riesgo obtenida conforme a la disposición primera.

En el caso del reaseguro tomado la reserva de riesgos en curso deberá determinarse con base en lo dispuesto en el inciso a) de la décima octava de las Reglas para la Constitución e Incremento de las Reservas de Riesgos en Curso de las Instituciones y Sociedades Mutualistas de Seguros, dadas a conocer mediante la Circular S-10.1.3 de fecha 20 de marzo de 1998, tomando como base la prima de riesgo, la fecha de inicio de vigencia y el tipo de moneda de la póliza, que la institución cedente proporcione conforme a lo indicado en la disposición segunda.

La reserva retenida por reaseguro cedido se constituirá conforme a lo indicado en el inciso b) de la mencionada décima octava de las Reglas para la Constitución e Incremento de las Reservas de Riesgos en Curso de las Instituciones y Sociedades Mutualistas de Seguros, tomando como base la prima realmente cedida por la institución.

Para efectos de determinar el saldo contable de la cuenta 1704 correspondiente a las primas retenidas por reaseguro y reafianzamiento tomado, deberá determinarse tomando como base la prima realmente tomada por la institución.

Para efectos de determinar el saldo contable de la cuenta 1707 correspondiente a las participación de reaseguradores por riesgos en curso, deberá tomarse como base la prima que resulte conforme a la disposición primera.

En el caso de reaseguro tomado de instituciones del extranjero, la reserva de riesgos en curso deberá calcularse con el 35% de la parte no devengada de las primas en vigor retenidas.

TRANSITORIAS

Primera.- Las instituciones y sociedades mutualistas de seguros deberán valuar la reserva de riesgos en curso de su cartera de pólizas en vigor, conforme a las presentes disposiciones, a partir del cierre del mes de marzo de 1999.

Segunda.- La Comisión Nacional de Seguros y Fianzas, mediante Oficio Circular, en un término de diez hábiles contado a partir de la recepción de la presente Circular, establecerá la forma y términos en que las instituciones y sociedades mutualistas de seguros procederán a financiar la constitución de la diferencia entre el saldo de la reserva de riesgos en curso calculada a la fecha de valuación, como el 35% de la prima retenida de pólizas en vigor y la reserva de riesgos en curso que resulte conforme a la aplicación de las presentes disposiciones, cuando este último sea mayor.

Tercera.- Las presentes disposiciones entrarán en vigor a partir del día siguiente de su publicación en el Diario Oficial de la Federación.

Lo anterior se hace de su conocimiento con fundamento en el artículo 108 fracción IV de la Ley General de Instituciones y Sociedades Mutualistas de Seguros y de conformidad con el Acuerdo por el que la Junta de Gobierno de la Comisión Nacional de Seguros y Fianzas delega en el presidente, la facultad de emitir las disposiciones necesarias para el ejercicio de las facultades que la ley le otorga a dicha Comisión y para el eficaz cumplimiento de la misma y de las reglas y reglamentos, emitido el 2 de diciembre de 1998 y publicado en el Diario Oficial de la Federación el 4 de enero de 1999.


Atentamente
Sufragio Efectivo. No Reelección.
México, D.F., a 11 de marzo de 1999.- El Presidente de la Comisión Nacional de Seguros y Fianzas, Manuel Aguilera Verduzco.- Rúbrica.

ANEXO

CATALOGO DE REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

Se incluyen en este inciso las referencias mencionadas en el texto y otras que pueden resultar de interés.

Abramowitz, M. y Stegun, I. (1965). Handbook of Mathematical Fuctions, National Bureau of Standards, Applied Mathematics Series 55.

ATC-13, (1985). Earthquake damage evaluation for California, FEMA.

Aguilar, R., A. Arciniega, M. Ordaz, L.E. Pérez-Rocha, E. Reinoso, y F.J. Sánchez-Sesma (1991). Respuesta sísmica del Valle de México: Aplicaciones y teoría, Informe final de actividades del Centro de Investigación Sísmica A.C. a la Secretaría General de Obras del Departamento del Distrito Federal.

Alonso, J., Miranda, E. and Santa-Ana, P., "Inelastic Displacement Demands for Structures Built on Soft Soils," Proceedings of the Eleventh World Conference on Earthquake Engineering, Acapulco, México, June 1996.

Anderson, J.G., Bodin,P.,Brune J.N., Singh, S.K. Quaas, R., y Oñate, M.(1986), Strong ground motion from the Michoacan, Mexico, earthquake, Science, 233, 1043-1049.

Anderson, J.G., Quaas, R., Almora, D., Velasco, J.M., Guevara, E., de Pavia, L.E., Gutiérrez, A. y Vázquez, R. (1987b), Guerrero, Mexico accelerograph array: Summary of data collected in the year 1985, Reporte conjunto del Instituto de Ingeniería, UNAM y el Institute of Geophysics and Planetary Physics, UC-San Diego, GAA-3.

Anderson, J.G., Singh, S.K., Espíndola, J.M., y Yamamoto, J. (1989), Seismic strain release in the Mexican subduction thrust, Phys. Earth Planet. Interiors, 58, 307-332.

Astiz, L. y Kanamori, H. (1984), An earthquake doublet in Ometepec, Guerrero, Mexico, Phys. Earth Planet. Interiors, 34, 24-45.

Astiz, L., Kanamori, H. y Eissler (1987), Source characteristics of earthquakes in the Michoacan seismic gap in Mexico, Bull. Seism. Soc. Am., 77, 1326-1346.

Bertero, V.V., Anderson, J.C., Krawinkler, H., and Miranda, E., "Design Guidelines for Ductility and Drift Limits: Review of the State-of-the-Practice and State-of-the-Art in Ductility and Drift-Based Earthquake-Resistant Design of Buildings", Report No. UCB/EERC-91/15, Earthquake Engineering Research Center, University of California, Berkeley, California, July 1991.

Boore, D.M. y Joyner, W.B. (1984), A note on the use of random vibration theory to predict peak amplitude of transient signals, Bull. Seism. Soc. Am., 74, 2035-2039.

Bufaliza, M. (1984), Atenuación de intensidades sísmicas con la distancia en sismos mexicanos, tesis de maestría, Facultad de Ingeniería, UNAM.

Campillo, M., Gariel, J.C., Aki, K. y Sánchez-Sesma, F.J. (1989), Destructive strong ground motion in Mexico City: Source, path, and site effects during the great 1985 Michoacan earthquake, Bull. Seism. Soc. Am., 79, 1718-1735.

Campillo, M., Singh, S.K., Shapiro, N., Pacheco, J. y Herrmann (1994), Crustal structure south of the Mexican volcanic belt, based on group velocity dispersion, en preparación.

Castro, R., Singh, S.K., y Mena, E. (1988), An empirical model to predict Fourier amplitude spectra of horizontal ground motion, Earthquake Spectra, 4, 675-686.

Cornell, C.A. y Winterstein, S.R. (1988), Temporal and magnitude dependence in earthquake recurrence models, Bull. Seism. Soc. Am., 78, 1522-1537.

Esteva, L. (1970), Regionalización sísmica de México para fines de ingeniería, Serie Azul de Instituto de Ingeniería, 246.

Esteva, L. y Villaverde, R. (1974), Seismic risk, design spectra and structural reliability, Mem. V Congreso Mundial de Ingeniería Sísmica, Roma, Italia, 2586-2597.

Esteva, L., O. Díaz, A. Terán y J. García (1988). Costos probables de daños causados en construcciones, Informe Interno 8750, Instituto de Ingeniería, UNAM.

Fundación ICA (1988). Experiencias derivadas de los sismos de 1985, Noriega Editores, México DF.

Houston, H. y Kanamori, H. (1986), Source characteristics of the 1985 Michoacan, Mexico earthquake at short periods, Geophys. Res. Lett., 13, 597-600.

Jara, J.M. y Rosenblueth, E. (1988), Probability distribution of times between characteristic subduction earthquakes, Earthquake Spectra, 4, 499-529.

Joyner, W.B. y Boore, D.M. (1981), Peak horizontal acceleration and velocity from strong-motion records including records from the Imperial Valley, California, earthquakes, Bull. Seism. Soc. Am., 71, 2011-2038.

Kanamori, H., Jennings, P.C., Singh, S.K. y Astiz, L. (1993), Estimation of strong ground motions in Mexico City expected for large earthquakes in the Guerrero seismic gap, Bull. Seism. Soc. Am., 83, 811-829.

Kelleher, J., Sykes, L. y Oliver, J. (1973), Possible critera for predicting earthquake locations and their applications to major plate boundaries of the Pacific and the Caribbean, J. Geophys. Res., 78, 2547-2585.

Kostoglodov, V. y Bandy, W. (1994), Seismotectonic constraints on the convergence rate between the Rivera and North American plates, J. Geophys. Res., sometido.

McGuire, R.K. (1978), A simple model for estimating Fourier amplitude spectra of horizontal ground accelerations, Bull. Seism. Soc. Am., 68, 803-822.

Meli, R. (1986). Evaluación de los efectos de los sismos de 1985 en los edificios de la Ciudad de México (3 volúmenes y 7 anexos), Informe Interno DE/EST-V2/1, Instituto de Ingeniería, UNAM.

Meli, R. y Avila, J. (1988). Analysis of building response, Earthquake Spectra, 5, 1-18.

Mendoza, C., y Hartzell, S. (1988), Inversion for slip distribution using GDSN P-waves: North Palm Springs, Borah Peak and Michocan earthquakes, Bull. Seism. Soc. Am., 78, 1092-1111.

Miranda, E., "Seismic Evaluation and Upgrading of Existing Buildings", Thesis submitted for partial satisfaction of the requirements of the degree of Doctor of Philosophy in Engineering, University of California at Berkeley, May 1991.

Miranda, E. "Evaluation of Site-Dependent Inelastic Seismic Design Spectra", Joumal of Structural Engineering, ASCE, Vol. 119, No. 5, pp. 1319-1338, 1993a.

Miranda, E., "Site-Dependent Strength Reduction Factors", Journal of Structural Engineering ASCE, Vol. 119, No. 12, pp 3505-3519, 1993b.

Miranda, E., and Bertero, V.V. "Evaluation of Strength Reduction Factors", Earthquake Spectra, Earthquake Engineering Research Institute, Vol. 10, No.2, pp. 357-379, 1994.

Miranda, E., "Assessment of the Seismic Vulnerability of Existing Buildings", Proceedings of the Eleventh World Conference on Earthquake Engineering, Acapulco, Mexico, June 1996.

Miranda, E., Alonso, J., Ordaz, M. y Montoya, C., "Evaluación Simplificada del Riesgo Sísmico de Edificios en la Ciudad de México", Reporte del Instituto de Ingeniería de la UNAM a la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros, 1996.

Miranda, E., "Estimation of Maximum Interstory Drift Demands in Displacement-Based Design", Seismic Design Methodologies for the Next Generation of Codes, H. Krawinkler and P. Fajfar editor, Balkema, 1997.

Moehle, J.P., "Displacement-Based Design of Reinforced Concrete Structures", Earthquake Spectra, Vol. 8, pp. 403-428, 1992.

Moehle, J.P., "Displacement-Based Seismic Design Criteria", Proceedings of the Eleventh World Conference on Earthquake Engineering, Acapulco, México, June 1996.

Mooser, F. (1987), Riesgo sísmico en la cuenca de México, VII Congreso Nacional de Ingeniería Sísmica, conferencia invitada, Querétaro, México.

Nishenko, S.P. y Singh, S.K. (1987a), The Acapulco-Ometepec, Mexico, earthquakes of 1907-1982: Evidence for a variable recurrence history. Bull. Seism. Soc. Am., 77, 1359-1367.

Nishenko, S.P. y Singh, S.K. (1987b), Conditional probabilities for the recurrence of large and great interplate earthquakes along the Mexican subduction zone, Bull. Seism. Soc. Am., 77, 2095-2114.

Ordaz, M. y Reinoso, E. (1987), Uso de teoría de vibraciones aleatorias en la determinación de los espectros de diseño del reglamento para las construcciones del Distrito Federal, Memorias VII Congreso Nacional de Ingeniería Sísmica, Querétaro, A155-A167.

Ordaz, M., Singh, S.K., Reinoso, E., Lermo, J., Espinoza, J.M., y Domínguez, T. (1988), Estimation of response spectra in the lake bed zone of the Valley of Mexico, Earthquake Spectra, 4, 815-834.

Ordaz, M., E Reinoso, S.K. Singh, E. Vera y J.M. Jara (1989a), Espectros de respuesta en diversos sitios del Valle de México ante temblores postulados en la brecha de Guerrero, Memorias del VIII Congreso Nacional de Ingeniería Sísmica y VII Congreso Nacional de Ingeniería Estructural, Acapulco, México, A187-A198.

Ordaz, M., J.M. Jara y S.K. Singh (1989b), Riesgo sísmico y espectros de diseño en el estado de Guerrero, Memorias del VIII Congreso Nacional de Ingeniería Sísmica y VII Congreso Nacional de Ingeniería Estructural, Acapulco, México, D40-D56.

Ordaz, M., Santoyo, M., Singh, S.K. y Quaas, R. (1992). Analysis of bore-hole recordings obtained in Mexico City during the May 31, 1990 earthquake, Proc. Intern. Symp. on the Effects of the Surface Geology on Seismic Motion, Vol 2, Odawara, Japan, 155-160.

Ordaz, M. y Singh, S.K. (1992), Source spectra and spectral attenuation of seismic waves from Mexican earthquakes, and evidence of amplification in the hill zone of Mexico City, Bull. Seism. Soc. Am.,82, 24-43.

Ordaz, M. y Faccioli, E. (1994). Site response analysis in the Valley of Mexico: Selection of input motion and extent of non-linear soil behaviour, Earthquake Engr. Struct. Dyanam., 23, 895-908.

Ordaz, M., Singh, S.K. y Arciniega, A. (1994), Bayesian attenuation regressions: an application to Mexico City, Geophys. J. Int., 177, 335-344.

Ordaz, M., Arboleda, J. y Singh, S.K. (1995). A scheme of random summation of an empirical Green's function to estimate ground motions from future large earthquakes, Bull. Seism. Soc. Am. 95.

Pacheco, J.F. y Singh, S.K. (1995), Estimation of ground motions in the Valley of Mexico from normal-faulting intermediate-depth earthquakes in the subducted Cocos plate, Earthquake Spectra, 11, 233-247.

Pardo, M. y Suárez, G. (1993), Steep subduction geometry of the Rivera plate beneath the Jalisco block in the western Mexico, Geophys. Res. Lett., 20, 2391-2394, 1993.

Pardo, M. y Suárez, G. (1994), Shape of the subducted Rivera and Cocos plates in southern Mexico: seismic and tectonic implications, J. Geophys. Res., sometido.

Ponce, L., Granados, L., Comte, D. y Pardo, M. (1990), Seismicity and Q-coda temporal variation in the Guerrero, Mexico seismic gap: evidence for a soon-to-break gap?, Seism. Res. Lett., 61, 43 (resumen).

Ponce, L., Gaulon, R., Suárez, G. y Loma, E. (1992), Geometry and state of stress of the downgoing Cocos plate in the Isthmus of Tehuantepec, Mexico, Geophys. Res. Lett., 19, 773-776.

Priestley, M.J.N., "Displacement-Based Seismic Assessment of Reinforced Concrete Buildings," Journal of Earthquake Engineering, Vol. 1 No. 1, pp. 157-192, 1997.

Quaas, R., Anderson, J.G. y Almora, D. (1987), La red acelerográfica de Guerrero para registro de temblores fuertes, Memorias VII Congreso Nacional de Ingeniería Sísmica, Querétaro, México, B40-B53.

Quaas, R (1995), La instrumentación y el registro de temblores fuertes en México a diez años de los macrosismos de septiembre de 1985, Rev. del Colegio de Ingenieros Civiles, México, No. 318, Octubre.

Reinoso, E., Ordaz, M., Sánchez-Sesma, F.J. y Singh, S.K. (1990), Un método para el cáculo aproximado de espectros de respuesta sísmica y algunas aplicaciones, Ingeniería Sísmica, 38, 39-56, 1990.

Reinoso, E. y J. Lermo (1991). Periodos del suelo del Valle de México medidos en sismos y con vibración ambiental, Memorias del IX Congreso Nacional de Ingeniería Sísmica, Manzanillo, Col., 2.149-2.156.

Reyes C. (1997). Tesis Doctoral, UNAM

Rosenblueth, E., Ordaz M., Sánchez-Sesma, F.J. y Singh S.K. (1989), Design Spectra for Mexico's Federal District, Earthquake Spectra, 5, 273-291.

Rosenblueth, E. (1953). Teoría del diseño sísmico sobre mantos blandos, Ediciones ICA, Serie B 14, 3-12.

Rosenblueth, E. y R. Meli (1986). The 1985 earthquake: causes and effects in Mexico City, Concrete International, May.

Singh, S.K., Bazán, E. y Esteva, L. (1980), Expected earthquake magnitude at a fault, Bull. Seism. Soc. Am., 70, 903-914.

Singh, S.K., Astiz, L., y Havskov, J. (1981), Seismic gaps and recurrence period of large earthquake along the Mexican subduction zone: a reexamination, Bull. Seism. Soc. Am., 71, 827-843.

Singh, S.K., Espíndola, J.M.Yamamoto, J., y Havskov, J. (1982a), Seismic potential of Acapulco-San Marcos region along the Mexican subduction zone, Geophys. Res. Lett., 9, 633-636.

Singh, S.K., Apsel, R., Fried, J. y Brune, J.N. (1982b), Spectral attenuation of SH waves along the Imperial fault, Bull. Seism. Soc. Am., 72, 2003-2016.

Singh, S.K., Rodríguez, M. y Esteva, L. (1983), Statistics of small earthquakes and frequency of occurrence of large earthquakes along the Mexican subduction zone, Bull. Seism. Soc. Am., 73, 1779-1796.

Singh, S.K., Rodríguez, M. y Espíndola, J.M. (1984a), A catalog of shallow earthquakes of Mexico from 1900 to 1981, Bull. Seism. Soc. Am., 74, 267-279.

Singh, S.K., Domínguez, T., Castro, R. y Rodríguez, M. (1984b), P waveforms of large shallow earthquakes along the Mexican subduction zone, Bull. Seism. Soc. Am., 74, 2135-2156.

Singh, S.K., Ponce, L. y Nishenko, S.P. (1985a). The great Jalisco, Mexico earthquake of 1932: subduction of the Rivera plate, Bull. Seism. Soc. Am., 75, 1301-1313.

Singh, S.K., Suárez, G. y Domínguez, T. (1985b). The Oaxaca, Mexico earthquake of 1931: lithospheric normal faulting in the subducted Cocos plate, Nature, 317, 56-58.

Singh, S.K., Mena, E., Castro, R. y Carmona, C. (1987), Empirical prediction of ground motion in Mexico City from coastal earthquakes, Bull. Seism. Soc. Am., 77, 1862-1867.

Singh, S.K. y Suárez, G. (1988). Regional variations in the number of aftershocks (mb>5.0) of large subduction zone earthquakes (Mw>7.0), Bull. Seism. Soc. Am., 78, 230-242.

Singh, S.K., Lermo, J., Domínguez, T., Ordaz, M. Espinoza, J.M., Mena, E., y Quaas, R. (1988a), A study of amplification of seismic waves in the Valley of Mexico with respect to a hill zone site (CU), Earthquake Spectra, 4, 653-673.

Singh, S.K., Mena, E., y Castro, R. (1988b), Some aspects of the source characteristics and the ground motion amplifications in and near Mexico City from the acceleration data of the September, 1985, Michoacan, Mexico earthquakes, Bull. Seism. Soc. Am., 78, 451-477.

Singh, S.K., Ordaz, M., Anderson, J.G., Rodríguez, M., Quaas, R., Mena, E., Ottaviani, M., y Almora, D. (1989), Analysis of near-source strong motion recordings along the Mexican subduction zone, Bull. Seism. Soc. Am., 79, 1697-1717.

Singh, S.K., Mena, E., Anderson, J.G., Quaas, R., y Lermo, J. (1990a), Source spectra and RMS acceleration of Mexican Subduction zone earthquakes, Pure & Applied Geophys., 133, 447-474.

Singh. S.K., Mori, A., Mena, E., Kruger, F. y Kind, R. (1990b), Evidence for anomalous body-wave radiation between 0.3 and 0.7 Hz from the 1985 september 19 Michoacan, Mexico earthquake, Geophys. J. Int., 101, 37-48.

Singh, S. K. y Mortera, F. (1991), Source-time functions of large Mexican subduction earthquakes, morphology of the Benioff zone, and the extent of the Guerrero gap, J. Geophys. Res., 96, 21487-21502.

Singh, S.K. y Pardo, M. (1993), Geometry of the Benioff zone and state of stress in the overriding plate in central Mexico, Geophys. Res. Lett., 20, 1483-1486.

Singh, S.K. y Ordaz, M. (1993), On the origin of long coda observed in the lake-bed strong-motion records of Mexico City, Bull. Seism. Soc. Am., 83, 1298-1306.

Singh, S.K. y Pacheco, J. (1994). Magnitude determination of Mexican earthquakes, Geofísica Internacional, 33, 189-198.

Singh, S.K., Quaas, R., Ordaz, M., Mooser, F., Almora, D., Torres, M. y Vázquez, R. (1995), Is there truly a "hard" site in the Valley of Mexico?, Geophys. Res. Lett., 22, 481-484.

Singh, S.K., Santoyo, M. y Pacheco, J.F.(1995). Intermediate-depth earthquakes in central Mexico: Implications for plate waves, Geophys. Res. Lett., 22, 527-530.

Sozen, M.A., "Drift-Driven Design for Earthquake Resistance of Reinforced Concrete", Proc. EERC-CUREe Symposium in Honor of Vitelmo V. Bertero, Berkeley, California, January, 1997.

Suárez, G., Monfret, T., Wittlinger, G. y David, C. (1990), Geometry of subduction and depth of the seismogenic zone in the Guerrero gap, Nature, 345, 336-338.